EL YO PENSANTE

No entiendo porqué no debo estar triste. No se me ocurre otra manera mejor de mirarme a los ojos.

Me gusta caerme, sólo por el placer que me produce poder levantarme y andarme de rositas por la vida.

La verdad, sólo espero que hayan árboles.

Me considero un instrumento de cuerda melancólico, aunque con la capacidad de imitar a cualquier otro tipo de instrumento.

Casi nunca he tenido que elegir, fui predestinada al planeta Tierra.

No sé cómo superaré mi ignorancia y no me importa, siempre y cuando invente.

Sigo viéndome en una cama durmiendo sobre el mar. Yo puedo verme desde arriba navegar en mi cama musical, tranquila y apaciblemente.

De repente veo una mancha oscura gigantesca, cien veces mas grande que yo. Es la silueta de un monstruo marino. Y se va acercando lentamente a mí. Abro los ojos por miedo a que quiera engullirme. Aunque tal vez solo fuera una sombra que pasaba por allí y no hubiera reparado en mi presencia.

Oye, no quiero ponerte triste, yo no lo estoy. Es sólo que no sé si me pertenezco o pertenezco a las voces.

No te preocupes, yo siempre estaré conmigo.

- Recordad por un instante un momento de paz cerebral y hacedlo vuestro, podreis sentir como el pensamiento llora de felicidad al verse libre de si mismo -