martes, diciembre 29, 2009

MI PENSAMIENTO MÁGICO

Embriagada de dolor por mi locura: deseo cualquier mierda, cualquier mierda anterior a ésta. Cualquier mierda pasada me parece mejor, porque no hago otra cosa que engullir nueva mierda sin ni siquiera haber hecho todavía la digestión.

Puedes tomartelo como una rendición o como enamorarme de la locura o como que aun crea que sacando las palabras podré estar viva.


Podemos analizar nuestra hemeroteca, pero date cuenta que no puedo evitar hablar de potencialidad, no de hechos. Puedo decir cantidad de cosas que podemos hacer, pero no pienso hacerlas. Y no voy a hablar de las que no puedo hacer, a lo mejor porque no puedo hacerlo, o tal vez porque tengo las manos demasiado suaves para ir sellando unos labios cualquiera, arrugados y hartos de vid.

O de vida.



Ser un monstruo entre las flores. Ser cualquier color. Ser lo más sencillo, el elemento más esencial. O aprender a cortar leña. Ser un pequeño punto, o mejor, aparentarlo.No permitir que te tapen el Sol, menos la Luna.

Alguien acaba de empezar el amanecer.

A ver quién tiene cojones a acabar algo sin acabarlo del todo.

lunes, diciembre 07, 2009

COMO SALVAR LA VIDA GRACIAS A LA LOCURA

Salvar la vida gracias a la locura, no es la primera vez, no es la segunda.
Tengo otras 1000 palabras escondidas para nadie. Me las he guardado para cuando el Sol descubra mi verdadera identidad más allá de mi lado oscuro.

-He llegado a la conclusión que Gemma Mengual fue un espermatozoide en su vida anterior
-¿Se me ha caído algo?
-El cerebro

Puedes cruzar los brazos y decir: Pues ahora ya no lloro.

O puedo ser sodomizada aunque diga que me duele por no poseer una dilatación completa.

Podemos volver a los 60', podemos ser infelices, como aquella vez que perdimos los ponchos que nos tejió aquella araña música.

Puedes seguir diciendo que voy a aprender algo de la vida si veo aquella película que no te hizo eyacular, como acostumbras entre espasmos divinos. Aunque dijeran que entrabas en trance al pensar en aquella voz.

Puedo seguir diciendo que me duele el recto cuando no me miras y no puedo asegurar que volvería a dejarme engañar por cualquier susurro que no me recuerde a ti.

Puedo dejar de ser tú, pero no porque quiera, sino porque puedo.

Puedes reirte, maldito cerebro, una y otra vez.

Y los ojos que vea no llevarán guitarras con sus cuerdas. Ni volverán a llover aplausos, ni nada.

Que continue la nada, estoy salvada.