Todas las melodías eran exactamente iguales.
Alguien me ha susurrado al oído, dice no ser nadie.
Bien, todo ésto no es más que una fábula que Esopo intentó preservar, y bajo ningún pretexto nadie, repito, nadie, debía conocer.
Esto puede ser un caos o una fila de letras.
Y fue un día que volaba, que frente a mí sonó una melodía completamente distinta.
Pero, querido amigo mio, así habló Zaratrusta y ésto fue lo que me dijo:
Leo en silencio y virgo gritando mi nombre.
Pasaron millones de ojos antes de que yo posara los mios en los tuyos.
Y fue cuando divisé mi Yo con lágrimas dormidas, y pude escuchar como me decía:
Cállate, imbécil - replicó Platón.
Surgió una pluma que quiso escribirte, mi corazón temblaba también, junto al tuyo.
Pero todo gira, y mientras te pierdes, alguien puede estar esperándote.
Eli, perdóname.
Y susurré, te perdono.
