martes, mayo 22, 2007

DEBO TENER LOS PIES EN EL SUEÑO


No entiendo el fin de la perdición. Comprendo el orden cósmico, las teorías Darwinianas, lo de las cadenas alimentarias y lo de que un final es un comienzo en el mismo instante en que algo acaba.
La ley del más fuerte me la paso por el culo, pero lo del superhombre me gusta. Entiéndanme, es por la propia capacidad del ser humano de superación, el individualismo ante la inmensidad de algo meramente estúpido o algo genial ( a veces ambas cosas).
Pero yo recuerdo que un profesor me dijo que si un hombre era, genéticamente hablando, XYY era un superhombre y era un psicópata y cosas.

Supongo que todo esto no importa. Yo no he venido a hablar de mi libro. Solamente quería decir que no entiendo las perdidas, no sé que uso hacer de ello. Y no sé de que me sirve sufrir ante ello. Y tampoco sé porque se dice que la vida sigue si no va a durar eternamente.

Sin fe, ¿no puedo morir y renacer? Una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez...

El humo del incienso se parece a las patas de un calamar nadando entre pelucas victorianas.

Vamos a reírnos desde el último peldaño de una escalera que llegue hasta el cielo, vamos a hacerlo, lo sé. Pero a mi me gustaría volverme loca y reírme desde el primero. Estaría todo lleno de escaleras hacía el cielo ( de stairway to heaven de esas ) y desde el último peldaño millones de personas carcajeándose de su logro. Yo me quedaría abajo, riendo con un pie en el suelo y otro en el primer peldaño. Y tendría el pelo lleno de patas de calamar y seguirían habiendo pelucas victorianas nadando por el espacio. Ojalá alguien me vea cuando esto suceda.



Amén

3 comentarios:

Myrme dijo...

Una imagen increíble lo de los calamares andando sobre las pelucas victorianas.

Seguro que tú fuiste quien enseñó a escribir a Beckett, Ionesco y Kafka :D

Un beso, pipi :*

Anónimo dijo...

Hola joven y guapa mujer de la izquierda de la meridiana. Hacía días que no había leído tu exquisita pluma y hoy he vuelto a donde nunca debería salir. Es genial. Simplemente genial.

Un beso.

Ana Sánchez dijo...

La prueba del absoluto fracaso del libre mercado es que Lucia Etxebarria tenga una estantería llena de libros en la fnac y tú no. Creo que debemos empezar a echarnos sosa cáustica en el dorso de la mano para solucionarlo.