"Adán se puso una hoja de parra en la cara porque era carnaval en Venecia y él ya se había ido del Edén y olía a testículos, unos distintos a los suyos. Se arrodilló y pidió a Dios un Dios nuevo, un Dios benevolente que jamás permitiera eso.
Dios se enfadó y le entregó otra hoja de parra – Ten, huele ésta- le dijo.
-¿Y quién es él?-preguntó Adán
-¿En qué lugar se enamoró de ti?-dijo Dios. "
"Aristóteles sostenía los testículos de Platón mientras le escuchaba
-Ésto pesa mucho, ¿de qué está hecho?
-De la misma materia de la que están hechos tus huevos."
"Porque cuando me vaya me habré ido
Quién sabe, si con o sin abrigo.
¿Por qué decir tantas palabras?
Hubiera bastado ninguna
o tal vez una.
Adiós.
-¡Hey hola!
-Por fin me coges el teléfono
-No me toques las pelotas, tú lo has cogido antes."
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Suena bien.
Eres muy valiente por hablar del olor de los testículos, que nunca ha conseguido describirse con justicia en la literatura. Platón y Aristóteles reflexionaron mucho sobre el asunto, y no llegaron a sacar ninguna conclusión. Y eso que en aquella época no había teléfonos.
A ver cuándo nos vemos, un poco aunque sea...
Vivas siempre!
con un par.
tía,si que sabes de cojonomasia antigua
Publicar un comentario