miércoles, agosto 30, 2006

OLUTÍT NIS


Bebía tinta que brotaba de sus ojos, mientras tanto, un zángano moría abatido.
De la resped de la víbora surgió una perla que se apresuró en coger.
Habían muchos cucuruchos de papel y se puso uno en la cabeza. Se sentó en una piedra.

Una luciérnaga comenzó a llorar sobre su regazo. -¿Dónde está la luz de tus ojos?- le preguntó a la
muchacha.
-No se sabe como ha ocurrido- murmuró el tejón al conejo.
Ella empapo sus dedos en la tinta que se derramaba lentamente y dibujó en un árbol una farola. Levantó la cabecita de la luciérnaga y le mostró la farola que acababa de encenderse.