De la resped de la víbora surgió una perla que se apresuró en coger.
Habían muchos cucuruchos de papel y se puso uno en la cabeza. Se sentó en una piedra.
Una luciérnaga comenzó a llorar sobre su regazo. -¿Dónde está la luz de tus ojos?- le preguntó a la muchacha.
Una luciérnaga comenzó a llorar sobre su regazo. -¿Dónde está la luz de tus ojos?- le preguntó a la muchacha.
-No se sabe como ha ocurrido- murmuró el tejón al conejo.
Ella empapo sus dedos en la tinta que se derramaba lentamente y dibujó en un árbol una farola. Levantó la cabecita de la luciérnaga y le mostró la farola que acababa de encenderse.
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